Maradona en Sinaloa: una falta de Netflix a los documentales deportivos

Documental de Maradona

 Cuentan los fieles del fútbol que Dios se hizo hombre para poder jugar a la pelota bajo el nombre de Diego Armando Maradona. Un día, ante la incredulidad de todos, Dios decidió cruzar el umbral de las tinieblas y llevar luz a una tierra tocada por el crimen y la violencia.

 

En septiembre de 2018, Diego se convirtió en el director técnico de los Dorados de Sinaloa, equipo al que sacó del fondo de la tabla de la Liga de Ascenso de México para llevarlo a disputar dos finales consecutivas. Netflix presenta esta historia al mundo a través de la serie documental Maradona en Sinaloa.

 

Maradona el Dios que llegó a Culiacán

A lo largo de sus siete episodios, Maradona en Sinaloa muestra el andar de los Dorados de la mano de Diego, su relación con los jugadores, cuerpo técnico, prensa y los aficionados. En esta serie documental se asoman también algunos esbozos de una figura en la que habitan el pasado y el presente, dios y el hombre.

La serie comienza con la sacudida que significó para el mundo del fútbol la llegada de quien, para muchos, ha sido el máximo exponente de este deporte. Dorados era un equipo situado en el último lugar de una liga de ascenso, de un fútbol de segundo nivel como lo es el balompié mexicano. Además, se muestra a Culiacán, ciudad en la que el deporte favorito es el béisbol.

Después, Maradona en Sinaloa se enfoca en el despertar de los Dorados con la motivación que significó para los jugadores tener a Maradona, la leyenda, arengando en los entrenamientos, en la cancha y en el vestidor. Aparece el Diego de lo besos y los abrazos, de los cantos y el baile, el animador y el que hace grupo, pero no el estratega, porque ese no existe.

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El absurdo protagonismo del presidente de Dorados

Maradona en Sinaloa captura mucho y transmite poco. Y ese es uno de sus principales fallos. Presenta anécdotas secundarias que no se desarrollan y no conectan con fluidez con la historia principal. No presenta la esencia del astro argentino de manera consistente; y, además, son pocos los momentos en los que logra transmitir emociones, en un mundo que por naturaleza desborda pasión.

Sin embargo, el fallo más burdo, y que llega a resultar incluso molesto, es el del protagonismo que le otorga el documental a José Antonio Núñez, presidente de los Dorados. No sólo se le observa constantemente explicándole a la cámara su visión y atrevimiento para traer a Maradona a México, sino que se le puede ver metido con calzador en el vestidor con los jugadores y el cuerpo técnico.

Esta sobreexposición de la figura de Núñez llega a un punto tal en el que se le ve nadando en una alberca de agua cristalina, con tomas realizadas con cámaras sumergibles y cámaras en la superficie mientras se le escucha cuestionar en voz en off “¿Qué debo hacer yo para que esto sea una historia maravillosa?”, como si el nombre del documental fuera José Antonio Núñez: el genio que trajo a Maradona a Sinaloa.

  

Una falla de Netlix y sus documentales deportivos

Maradona en Sinaloa pudo alcanzar mejores notas de haber decidido ser un documental de 90 minutos más tiempos extra, es decir, un documental de dos horas, en lugar de una serie cuyos capítulos en conjunto suman alrededor de las cuatro horas de duración. El camino a la primera de las dos finales disputadas por los Dorados, le toman a la serie cinco episodios en los que, por lapsos importantes, logra perder el interés del espectador.

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Tener a una figura del tamaño de Diego, siempre será un atractivo difícil de ignorar para los fans del futbol. Los momentos en los que Maradona en Sinaloa transmite las emociones de Diego como la alegría, tristeza, dolor o frustración, es cuando vale la pena el tiempo invertido viendo la serie: un recordatorio a la ley maradoniana de que Dios habita como hombre entre los hombres.

 

 

 

 

 


Acerca de Raúl Orozco 89 Articles
Politólogo y maestro en políticas públicas, entusiasta de los deportes y el cine. Gozo ser testigo de la capacidad creativa de quienes se dedican a contarnos historias, así como conversar y escribir sobre ello.