Sin señas particulares: maternidad y migración

sin-senas-particulares

La conversación acerca de la migración, al menos en el cine, está casi siempre enfocada ya sea en la hazaña del viaje o la decepción del regreso. Pero casi nunca se habla del que se queda al final del camino, de esas cientos (o miles) de personas que nunca llegan a su destino final. Mucho menos se habla de quienes no descansan hasta encontrarlos. Esos mexicanos desaparecidos, y quienes los buscan, son el alma de Sin señas particulares, la ópera prima de la directora Fernanda Valadez.

El viaje que nadie debería hacer

Sin señas particulares cuenta la historia de Magdalena, quien no ha sabido nada de su hijo, el cual decidió irse a trabajar a los Estados Unidos. Con toda la voluntad de cerrar el caso cuanto antes, el gobierno le pide a Magdalena que identifique un cuerpo y que firme, cuanto antes, el certificado de defunción, pero ella decide no hacerlo y prefiere emprender por su cuenta la búsqueda de su hijo.

En el camino encuentra a muchas personas que la intentan ayudar y viaja a los lugares más recónditos de nuestro país en una travesía que nunca nadie debería hacer.

Las líneas entre el cine documental y el de ficción se tornan difusas. Gracias al viaje de Magdalena conocemos el viacrucis por el que pasan aquellos que buscan a un ser querido: desde la horrible burocracia oficial (actas fraudulentas, tomas de sangre con procedimientos bastante cuestionables) hasta el ir descubriendo las historias y el destino (casi siempre fatal) de sus familiares.

 

 

No es el qué, sino el cómo

Pero Fernanda Valadez no se queda en el mero registro de historias que todos conocemos, o que ya vimos en el cine. La forma en como Fernanda y su cinefotógrafa (Claudia Becerril) montan las imágenes de esta historia resulta francamente espectacular: una cámara que va siguiendo de espaldas a los personajes, a manera de POV, como para hacernos sentir cómplices de este viaje escalofriante. En otros momentos, la cámara se queda fija en un personaje y la directora juega con sus espacios, con aquello que no se ve a cuadro pero que afecta y nos afecta al escuchar las historias que le cuentan a Magdalena sobre el posible paradero de su hijo.

Te puede interesar:  Programación FICM 2020: Nomadland, Nuevo Orden, Ammonite

La directora no escatima en tomas increíbles de planos generales que muestran a los personajes como pequeños puntos que se mueven en la inmensidad de un paisaje irónicamente hermoso. O qué tal esas tomas infernalmente oníricas, de sueños y pesadillas que perturban pero a la vez sorprenden por su buena manufactura.

El silencio acompañan a las imágenes y los personajes de esta desgarradora historia, donde los obstáculos físicos, burocráticos y hasta del lenguaje se hacen presentes.

Cinta mexicana "Sin señas particulares", de Fernanda Valadez, premiada en San Sebastián | Aristegui Noticias

Un retrato de México

Magdalena es símbolo de fortaleza, y es la representación de la realidad de miles de familias en México. La maternidad, la búsqueda de justicia, la migración y la falta de un estado de derecho hacen que Sin señas particulares retrate con más tino a México sin ser un documental.

Va directo a lo mejor del 2020.