Heartstopper: defendendiendo la felicidad

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¡Oh, el ser joven y sentir el agudo aguijón del amor! Albus Dumbledore dixit, en la sexta película de Harry Potter. Esa frase no está en el libro, pero es muy acertada. Curiosamente, hoy en día uno puede asegurar que Dumbledore es un personaje abiertamente homosexual. Está más que confirmado en la más reciente entrega de la anodina saga de Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos. 

Solo tomó unos quince años para finalmente verlo en pantalla, después de que la escritora transfóbica J.K. Rowling lo revelara a los fans. Esto fue después de que escribiera los siete libros, claro. No se atrevió, tal vez, a ponerlo en un libro para niños. O quizá solo estaba buscando maneras extrañas de mantener viva a la saga, como suele hacerlo. De todos modos, no era la mejor época para la representación. 

 

El primer amor…homosexual

Volviendo a la frase original, el primer amor es una experiencia casi universal. Nunca se olvida, y puede llegar a representar un verdadero drama en la vida de cualquier puberto. Siempre ha habido historias sobre eso, en cualquier tipo de arte. Romeo y Julieta, Bajo la misma estrella, Mi Primer Beso, Un amor para recordar, Si tuviera 30. Todas con sus diferentes niveles de éxito, pero contaron la misma historia. Una historia, por cierto, dolorosamente heterosexual. 

Hoy en día, es cada vez más común encontrar historias de amores homosexuales. Sin embargo, casi todas tienen su toque de drama, de tragedia o de contenido sexual innecesario, según convenga. Afortunadamente, llega Heartstopper a Netflix para romper con esos clichés y contarnos una serie de historias cual más adorables sobre el primer amor, y especialmente, el amor no heterosexual. Todo esto en escasos ocho episodios de media hora. 

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Ambientada en el Reino Unido, Heartstopper, basada en la homónima novela gráfica de Alice Oseman (quien tiene solo 27 años), cuenta la historia de Charlie Spring (dulcísimo Joe Locke), un adolescente de 14 años que es abiertamente gay, muy tímido y soñador. 

Charlie va a una escuela de hombres, y es ahí donde se encuentra con Nick Nelson (encantador Kit Connor, quien interpretó a un joven Elton John en la película Rocketman), un adorable chico pecoso de cabello anaranjado, quien es excelente jugador de rugby y “la persona más heterosexual que existe”, según la mejor amiga de Charlie, Elle (Yasmin Finney, estupenda). 

Elle, por cierto, es una chica trans que se acaba de cambiar a Higgs, una escuela exclusivamente para niñas. Ahí conoce a Tara (Corinna Brown) y Darcy (Kizzy Edggell), quienes resultan ser novias. Charlie comienza a enamorarse de Nick, por más que sus amigos Tao (William Gao) e Isaac (Tobie Donovan) le digan que es un caso perdido. 

 

Cuento de hadas LGBT

No quiero revelar más de la trama, porque es un deleite ir descubriendo por dónde nos va llevando la historia. No es la cosa más complicada del mundo, y es cierto que empieza un poco floja y más bien cursi. Pero por ahí del tercer capítulo, las cosas comienzan a cambiar y tomar un rumbo más adorable, más genuino. 

Puede parecer una trama un poco predecible, pero no me parece que sea algo malo, en este caso. Por fin, podemos tener una historia de cuento de hadas, de esas que tienen un final feliz, para los miembros de la comunidad LGBT. No hay necesidad de drogas, de una despedida dolorosa en un tren, de erotismo barato. Es una historia como tantas otras, pero ahí está la clave del éxito de esta serie. 

Creo que es ya momento de normalizar las historias de la comunidad LGBT como simplemente una más. Y se vale que terminen bien, se vale que encontremos satisfacción en ellas, en vez de horror o lástima. 

Por ejemplo, el hecho de que Elle sea trans no causa mayor revuelo, parecido a la historia de Jules en Euphoria. Sí, ambas son chicas trans, pero eso no define su vida o lo que les pase. Es simplemente un rasgo más de su personalidad, y se enamoran como cualquier otra persona, porque lo son. 

heartstopper protagonistas

Sin tragedia

Esto no quiere decir que la historia de Heartstopper sea un pastelito con mucho betún y puras cosas bonitas. Considero que es un retrato bastante realista de lo que significa descubrir la propia sexualidad a esa edad. 

Habrá tropezones en el camino, momentos de duda, y momentos en que te preguntes si realmente vale la pena mostrarte como eres. Incluso, como en cualquier historia de amor adolescente, habrá que encontrar el equilibro entre el novio y los amigos. 

Lo original de Heartstopper es que los problemas no son el eje de la historia, sino algo que acompaña, que sucede y luego se arregla. Todavía queda tiempo para las tardes de películas, para los primeros besos, para las malteadas y los paseos por la nieve. Pertenecer a la comunidad LGBT no es sinónimo de tragedia y sufrimiento, como tantas veces nos ha hecho creer Hollywood. 

 

El factor bisexual

Un aspecto novedoso de Heartstopper es que habla de personajes que corresponden a cada una de las iniciales en las iglas LGBT: hay chicas lesbianas, hay chicos gays, y una chica transgénero. Y sorprendentemente, un personaje bisexual. 

Es sabido que desde hace mucho tiempo, las series y el cine han tenido cierto desdén hacia la comunidad bisexual. Los pocos personajes que se han pensado así, suelen ser psicópatas o villanos. Es más, la sola mención de la palabra “bisexual” es bastante escasa. 

En Heartstopper, no solo se dice la palabra sino que se habla abiertamente del tema, se explica tal cual es: le gustan las niñas, pero también le gustan los niños. Punto. No hay necesidad de justificar por qué, o a qué porcentaje le gusta un género o el otro. Ver esto fue una bocanada de aire fresco, y un gran acto de justicia para los que pertenecemos a esta comunidad. 

 

Una historia inocente

Heartstopper es una maravillosa serie, sea uno miembro de la comunidad LGBT o no. Habla de un tema universal como lo es el primer amor, pero también de muchas otras cosas. Creo que todos pueden llegar a disfrutar de la historia, porque encima de todo, a cada rato quiere darle uno un abrazo a los personajes. Es completamente adorable, me atrevería a decir que incluso los niños un poco más pequeños podrían disfrutarla. 

El detalle de las pequeñas animaciones es muy sutil y a la vez, una gran aportación a la inocencia de la historia. La inocencia que tantas veces es rechazada en historias así, pero que se agradece tanto. Hay escenas tan tiernas que hasta uno siente mariposas en el estómago, aunque el primer amor haya quedado ya muchas lunas atrás. Y es una gran opción para educar acerca de la comunidad LGBT sin tener que recurrir a los lamentables esfuerzos de empresas como Disney que solamente dan migajas, o caen en el queerbating.  

Es la serie que todos hubiéramos querido ver a esa edad, por más cliché que suene. Pero me alegro que los adolescentes de ahora tengan contenido como este, que ya no tengan que andar buscando pedazos de representación en las series o películas. Nunca más un Dumbledore gay fuera de los libros, ni una teoría lanzada al aire por una escritora codiciosa.  Han rendido frutos los años de lucha de la comunidad LGBT. 

Llegan los nuevos tiempos en los que se cuentan historias como esta. Y, como dice Nick Nelson, las escucharán la gente que importa.