Racismo y discriminación: 20 años de los X-Men

Hace 20 años Marvel dio el primer paso. La primera película de X-Men demostró que el cine basado en cómics tenía un nuevo potencial.

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Si bien el origen de los superhéroes se ubica en el papel, fue en el cine donde encontraron el medio que les permitió ampliar su alcance (para beneplácito de muchos y desagrado de otros), llegando incluso a un público que probablemente nunca se habría interesado en comprar un cómic.Uno de los títulos más notables sobre estos poderosos seres está cumpliendo 20 años y ese es, por supuesto, X-Men.

 

Trust a few, fear the rest

Dirigida por el ahora muy cancelado Bryan Singer, la película nos presenta un mundo en el que existen personas que han desarrollado habilidades especiales debido a una mutación genética. Dichos poderes se presentan durante la adolescencia y van desde la posibilidad de curar heridas rápidamente hasta controlar la mente de otros.

Esto ha generado dudas entre la población y los gobiernos, ¿es posible confiar en los mutantes o, por el contrario, representan un peligro? Este temor se ha traducido en una propuesta de ley que busca que las personas con habilidades especiales deban revelarse ante el público, lo que por supuesto, implicaría toda clase de situaciones negativas para esta comunidad.

Por si fuera poco, entre los propios mutantes existen dos facciones, la que cree que la convivencia con los no-mutantes es posible y la que piensa que los poderes los hacen superiores a cualquier otro ser.

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Reparto inigualable

A la distancia, X-Men resulta una película poco espectacular, algo entendible considerando que tuvo un muy limitado presupuesto de 75 millones de dólares (en comparación, Ant-Man, la producción más “barata” del Marvel Cinematic Universe, costó 140 millones).

Por otro lado, muchos de sus diálogos ya sonaban bastante ridículos desde entonces (“Do you know what happens to a toad when it’s struck by lightning?… The same thing that happens to everything else”). No obstante, Bryan Singer se las ingenió para que la película funcionara.

Parte de ese éxito se debe a los nombres en su reparto, encabezado por dos muy respetados actores británicos: Patrick Stewart como el Profesor Charles Xavier e Ian McKellen como Magneto.

También, llamaría la atención la presencia de Anna Paquin, una de las actrices más jóvenes en ganar un Oscar (a Mejor Actriz de Reparto por El Piano). Incluso, la elección de Hugh Jackman (hasta ese momento, un actor desconocido en Hollywood) como Wolverine fue todo un acierto.

Pero la mayor cualidad en esta película vendría desde las páginas de los cómics.

El cómic

Creados por Stan Lee (guionista) y Jack Kirby (ilustrador), los mutantes harían su primera aparición en septiembre de 1963. En ese momento, el Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos se encontraba en un punto muy álgido. De hecho, el famoso discurso “I have a dream” de Martin Luther King había ocurrido algunas unas semanas antes.

El cómic, publicado por la editorial Marvel, se presentaba como una muy oportuna analogía a la lucha en contra del racismo y la discriminacióneto y sus seguidores, estarían inspiradas en la ideología más radical de Malcolm X.

Ambos tienen el mismo objetivo, vencer a la intolerancia pero, como ocurría con sus contrapartes en la realidad, desde lugares opuestos.

Este planteamiento se convertiría en un elemento muy atractivo al momento de llevar a los mutantes a la pantalla grande, pues contrario a lo que solía (y suele) verse en las películas de superhéroes, aquí no hay villanos, sino antagonistas.

Es decir, un personaje como Magneto (que en otro tipo de historia sería plasmado sólo como el “malo”) en realidad tiene motivaciones con las que el espectn. Lee había elegido a dos de las principales figuras de este movimiento para dar forma a los protagonistas de sus historias.

Por un lado Charles Xavier, el líder de los X-Men, estaría basado en la visión pacifista del ya mencionado Luther King; mientras que las acciones de Mag

ador puede sentir empatía e, incluso, hasta aprobar sus acciones.

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Las secuelas

X-Men obtuvo más de 296 millones de dólares en taquilla en todo el mundo, que si bien en la actualidad sería considerado un fracaso, fue suficiente para que en 2003 se estrenara la fantástica X2 (con Bryan Singer de vuelta en la dirección) y en 2006, la decepcionante X-Men: The Last Stand (ahora con Brett Ratner a la cabeza).

Lejos de finalizar su paso por el cine, esta trilogía se convirtió en el inicio de una franquicia que incluiría una serie de precuelas: la sorpresiva X-Men: First Class (Matthew Vaughn, 2011); la estupenda X-Men: Days of Future Past (Bryan Singer, 2014); la mediocre X-Men: Apocalypse (Bryan Singer, 2016) y la pésima Dark Phoenix (Simon Kinberg, 2019).

Además de los spin-off protagonizados por Hugh Jackman: X-Men Origins: Wolverine (Gavin Hood, 2009); The Wolverine (James Mangold, 2013) y Logan (James Mangold, 2017); así como los de Ryan Reynolds: Deadpool (Tim Miller, 2016) y Deadpool 2 (David Leitch, 2018), con todo y su versión PG-13.

Otro resultado del éxito mutante, uno más bien colateral, fue el inicio del actual dominio de los superhéroes en la taquilla mundial (así que ya saben a quiénes culpar).

El futuro incierto

Con tantos aciertos como tropezones en su historial, el destino de los X-Men luce un tanto incierto.

Por ahora esta franquicia mantiene una película en el limbo (The New Mutants) y con los derechos de todos los personajes en manos de Marvel (luego de que Disney comprara Fox), el futuro parece apuntar hacía el Marvel Cinematic Universe, algo que los fanáticos sin duda estarán esperando ansiosamente.

Ya sea por el dominio de los superhéroes en industria cinematográfica o por la discriminación y racismo que, desafortunadamente, aún prevalecen en nuestra sociedad, a 20 años de su estreno, X-Men se mantiene como un título relevante dentro de la cultura pop.


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Soy Sarai Rosas Bautista, licenciada en Comunicación y Periodismo por la UNAM. Amo el cine, así que paso la mayor parte del tiempo aprendiendo sobre él. Disfruto viajar y ser una nerd.