Mi padre y Tony Soprano

El arte nos ayuda a mantenernos cerca de los que ya no están. En este personalísimo texto, Jimena Lipman nos habla de la serie favorita de su papá: Los Soprano.

 

Recordando a James

Mucha gente habla del impacto que tiene la serie en la historia de la televisión. Sin Tony, probablemente no hubiéramos tenido a Dexter, Walter White o Don Draper. Sin Los Soprano, las historias nunca hubieran hablado de un antihéroe adorable, o tampoco hubieran tenido un grado de violencia tan increíblemente alto (la Red Wedding, ¿qué? La verdad). 

Y sí, todo eso es cierto, pero, para empezar, no hubiéramos tenido un Tony Soprano sin James Gandolfini. Un actor como pocos, que podía transmitir emociones solo con los ojos o la manera de agarrar un tenedor con ziti. 

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Muchísimas veces mi papá alabó su actuación, sobre todo en las escenas con la Dra. Melfi. “Es que míralo, de repente es tierno, de repente te da miedo, de repente da risa. Es un crack”, decía. Me pregunto si se daba cuenta de que se estaba describiendo a él mismo. 

Y tal vez por eso, inconscientemente, quiso mucho a James Gandolfini. Siempre iba a ver sus películas, seguía su vida, incluso me contaba que tenía un hijito más o menos de mi edad. Lo tenía en un pedestal que solo compartía con Al Pacino.

Y cuando Gandolfini murió repentinamente a los 51 años, recuerdo claramente la profunda tristeza que sintió mi papá. De verdad le afectó mucho. No podía creerlo, uno de sus héroes muerto a una edad tan corta. 

Otra cosa que recuerdo del día en que Gandolfini murió la angustia que sentí por su hijo, Michael, que tenía 4 años menos que yo. Imaginarlo me dio un miedo espantoso, porque pensé que a lo mejor sí él se había quedado sin papá, a mí también me pasaría pronto. Quién me hubiera dicho que exactamente 11 años después, me tocaría estar en el mismo lugar que Michael Gandolfini, con el fallecimiento de mi papá a los 54 años. 

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El legado Gandolfini

Desde la muerte del actor, no hay entrevista sobre la serie que no lo mencione y resalte el gran legado que dejó. No hay nadie que tenga una sola cosa mala que decir sobre Gandolfini. 

Incluso los actores de Meadow y AJ Soprano han dicho que, aunque siempre hubo una relación lejana pero respetuosa con él, Gandolfini muchas veces hablaba con sus agentes para saber cómo les iba, si necesitaban dinero para la renta, si sus papás estaban pendientes de ellos. De eso se enteraron hasta mucho después. Y en las raras ocasiones en las que los miembros del elenco se juntan, las lágrimas no pueden evitarse, pues se siente su ausencia y a la vez su presencia. 

Me conmueve mucho escuchar esas anécdotas porque pienso en mi propio papá, que siempre ayudó a cuanta gente pudo, sin anunciarlo ni presumir de ello. Y cuando nos reunimos en familia, nunca falta quien lo mencione o lo traiga a la memoria. Así que no son visiones mías nada más, realmente el actor y mi papá tienen muchas cosas en común. 

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Su hijo y yo

Al anunciarse la precuela de Los Soprano, The Many Saints of Newark, lo primero que sentí fue una profunda tristeza porque mi papá no la iba a poder ver. 

Vi el tráiler con cierta curiosidad pero también una gran frustración por no poder verlo  con él, y compartir la emoción por escuchar la icónica canción del inicio. Pero después, al escuchar más y más sobre el proyecto, empecé a sentir otras cosas. Sobre todo, me emocioné al saber que Michael Gandolfini sería Tony Soprano. Y luego empecé a hacer esta especie de conexión con él, aunque suene raro. 

En cada entrevista que daba el joven actor, siempre acababa mencionando a su papá y el gran legado que tenía que proteger, y todos los entrevistadores le reiteraban su admiración hacia James. Y yo muchas veces me he sentido así, con la presión sobre mis hombros de proteger el legado de mi papá, de ser tan buena como él. 

Incluso muchos hacían comentarios sobre el parecido entre Michael y James. Y cada vez que me dicen que me parezco muchísimo a mi papá, me da orgullo pero también me da miedo que la gente me relacione demasiado con él, porque yo soy mi propia persona. 

 

Many Saints of Newark

Me pregunto si así se sentirá a veces Michael Gandolfini. Claro que él la tiene mil veces más difícil porque el homenaje que le hizo a su padre quedó grabado y fue visto por millones de espectadores que tenían expectativas altísimas de ver de nuevo al incomparable Tony Soprano. 

Y, dicho sea de paso, no salió nada bien la interpretación. Honestamente, después de ver The Many Saints of Newark, me alegré de que mi papá no la haya podido ver, porque hubiera hecho un corajote. Espero que la vida no me ponga nunca en esa situación de Michael Gandolfini. Prefiero proteger el legado de mi papá desde mi trinchera y contar sus historias a través del papel, como lo hago ahora. 

 

Escribir para mantenerlo vivo

Es por eso que me atrevo hoy a escribir estas líneas. En cierto modo, para compartir mi gran pasión por Los Soprano y lo que hay detrás de ella. Pero también para honrar a mi papá, para reconocer lo que vivió y atreverme a conocer cosas que nunca supe. 

Esta serie, para mí, ya es de las mejores de la historia por muchas razones, pero sobre todo, porque me devolvió, si bien por un rato, a mi amado papá. También, y me permito parafrasear las palabras de Michael Gandolfini sobre la muerte de James, desde que falleció mi papá lo siento más cercano, pero a la vez más lejano. 

Siento que se aleja y no puedo evitarlo. Escribo esto también para atarlo a mí, para tenerlo cerca. Escribo como si le tomara la mano, diría el escritor Luis Pescetti. 

Finalmente, desde que estrenó Los Soprano, los fanáticos no han dejado de traerla a la memoria. Incluso Michael Imperioli (Christopher Moltisanti) y Steve Schirripa (Bobby Bacala) tienen un podcast en el que discuten los capítulos, todo esto en un intento por mantener viva la serie. Y es por la misma razón por la que escribo este texto sobre mi querido padre. Para mantenerlo vivo.