Poor Things: humor y feminismo

Yorgos Lanthimos -famoso director griego por una filmografía compuesta por películas densas cargadas con elementos fantásticos, absurdos y siempre con toques de humor negro- está de vuelta con Poor Things (Pobres Criaturas en su título al español) adaptación de la novela homónima de Alasdair Gray. 

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Al principio conocemos al excéntrico doctor Godwin Baxter (Willem Dafoe) quien al finalizar una clase, invita a su joven alumno Max McCandles (Ramy Youssef) a que lo ayude con un experimento casero. 

Baxter es una especie de Dr. Frankenstein que gusta de hacer experimentos genéticos, cruzando animales principalmente: tiene en su laboratorio un pato con cuerpo de perro y muchas otras especies exóticas.

Su más reciente creación es Bella Baxter (formidable Emma Stone), el cadáver de una mujer adulta que el Doctor rescató luego de que se suicidara, al cual decide poner el cerebro de una bebé.  

She-Frankestein

Bella al igual que la criatura de Mary Shelley, inicia balbuceante, caminando errática, amoral, un monstruo para los demás, exceptuando para su creador y Max. Es gracias a sus cuidados que la mente infantil de Bella alcanzará rápidamente la pubertad y con ello su despertar sexual, el cual la llevará a huir con el abogado del doctor, Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo). Durante su odisea, Bella descubrirá el mundo, metafórica y literalmente hablando.

Con esta premisa, Lanthimos nos entrega en Poor Things una cinta arriesgada, pues usa la ingenuidad y la libertad sexual de Bella para criticar las ridículas expectativas que la sociedad tiene de las mujeres. 

De manera astuta, el director construye una película feminista, con no pocas escenas sexuales, las cuales para cierto público podrían parecer excesivas, pero están plenamente justificadas dentro de la trama. 

 

Otra Barbie rarita

De hecho, en esencia la trama remite poderosamente nada más ni nada menos que a Barbie (Gerwig, 2023): ambas tienen una heroína que vive una existencia sencilla en su hogar, pero al salir de él descubren un mundo nuevo, en el caso de Barbie descubre al patriarcado, y en el caso de Bella la sexualidad. En ambas el papel de los hombres no rebasa el vil ridículo ante la presencia de mujeres empoderadas.

Pero mientras la obra de Gerwig es irregular en su tono y en varios momentos es sermoneadora, Lanthimos nunca abandona el humor para burlarse de los absurdos del patriarcado. Bella tiene un arco más interesante pues durante sus viajes conoce no solo el sexo sino en placer mismo, en forma de comida, literatura, e ideas políticas que le van ampliando poco a poco su mundo.

La actuación de Stone es lo que vuelve verosímil la película, ya que realmente pareciera una niña en el cuerpo de una adulta. Transmite de forma genuina la curiosidad infantil, la ingenuidad, y la falta de coordinación mientras va aprendiendo a caminar, rasgos que va minimizando de manera paulatina a la par de la maduración de su personaje.  

También resalta que Duncan nunca le roba foco a Bella, mientras ella va ganando confianza y crecimiento personal, él se va desdibujando: pasa de un seductor, a una caricatura de galán -el cual remite bastante a Gastón de la versión animada de La Bella y la Bestia (Trousdale, Wise, 1991) incluida su aversión porque las mujeres lean- para terminar siendo un personaje patético. Gran actuación de Ruffalo que nos vende por completo esta decadencia. 

Por su parte Godwing, el personaje de Dafoe, aunque secundario, es uno bastante complejo, pues además de ser la figura paterna de Bella, por medio de las cicatrices y deformaciones -muy parecidas a las del hombre elefante- también menciona las marcas que dejan la violencia y abuso en los hijos una deficiente paternidad, y cómo estas conductas se van pasando de generación en generación.

Además, de manera poco sutil, al inicio de la película nos mencionan que él es God (Dios), por lo que todas las vejaciones que su padre le propinó son un símil de las sufridas por Jesucristo.

A pesar de estar ubicada en la muy socorrida Inglaterra victoriana, y que por momentos pareciera que el director metió a la licuadora Los 120 días de Sodoma, El Mundo de Sofia, La Isla del Doctor Moreau, Titanic , Frankenstein y a Terry Gilliam, Poor Things mantener una identidad propia.