Como caído del Cielo: Pedro Infante en la era del #MeToo

Claramente basada en Here Comes Mr Jordan (Hall, 1941) -y por ende en Heaven can Wait (Lubitsch, 1943)-, aunque acreditada a una obra de teatro y guión de Toby Campion, Como caído del Cielo (Bojórquez,2019) le da un giro interesante a la vieja trama del hombre atrapado entre el cielo y el infierno. Se trata de Pedro Infante, cuyo pecado es haber sido (dios nos ampare) ¡un mujeriego!.

Así, dos ángeles deciden darle una segunda oportunidad para regresar a la tierra y redimirse, reencarnado en un imitador de Pedro Infante quién, a la sazón, está en coma. Así, ocupando el cuerpo de Pedro Guadalupe (Omar Chaparro), el ídolo de México tendrá que arreglar la vida de este hombre que, como él, es un mujeriego empedernido. En pocas palabras: tendrá que aprender qué es la fidelidad. 

 

“Las mujeres eran mis vitaminas”

Lo más destacable del guión (escrito por el propio director, José Bojórquez, junto con Alfredo Félix-Díaz) es la ausencia absoluta de dos elementos ya clásicos no sólo de la comedias románticas mexicanas recientes, sino de prácticamente toda la filmografía de Omar Chaparro: aquí no hay albures ni tampoco palabras altisonantes. 

Así, la comedia de esta película se forja en el clásico “pez fuera del agua”. Infante, en el cuerpo de Omar Chaparro, tendrá que aprender sobre una nueva realidad donde las mujeres son trabajadoras (su esposa, interpretada por Ana Claudia Talancón, es oficial de policía), independientes y luchonas; además de aguantarse las ganas de «caer en tentación» frente a las mujeres que le rodean, ya sea su hermosa amante  (Stephanie Cayo), su jefa en el restaurante donde trabaja (Laura de Ita), o cualquier otra mujer de las muchas que caen rendidas ante el carisma y la simpatía del mismísimo ídolo de Guamúchil. 

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Imitando al ídolo

Omar Chaparro trata de imitar los gestos, frases y el tono de voz de Pedro Infante, y aunque por momentos lo logra, al final siempre termina por ser Omar Chaparro en su clásico papel de Omar Chaparro: un tipo entrón, querendón, sonriente, todas mías, que se siente galán. El papel le queda perfecto a Chaparro porque se trata del mismo papel que ha interpretado en la gran mayoría de sus películas.

Pero a pesar del buen ritmo y de la ausencia de albures, resulta problemático el punto de vista desde el cual se aborda al personaje: una constante reprobación a la legendaria vida adúltera de Pedro Infante. No se trata de un simple pretexto para detonar la trama, sino que se vuelve el objetivo máximo de la película: juzgar los valores de uno de los más grandes ídolos del país.

Como caído del cielo 2

Pedro el malo

En una escena de Como caído del Cielo, la nieta de Pedro Infante (Yare Santana) dirige unas palabras en un concurso de imitadores. La adolescente agradece al público, reconociendo la popularidad de su abuelo, pero termina por descalificarlo: “no fue precisamente el mejor portado con las mujeres”. 

La condena moral hacia la personalidad (fílmica y real) de Pedro Infante resulta desesperante. Este debe ser el homenaje más extraño que se la haya hecho jamás al artista, donde lo importante no es la obra sino su estatus marital y su estatura moral. 

La trama intenta pasar por feminista, presumiendo a algunas mujeres empoderadas (no es gratuito que el personaje de Ana Claudia Talancón sea una agente de la policía), pero lo cierto es que tampoco logra escapar de estereotipos claramente machistas y sin perspectiva de género: en esta cinta, las mujeres guapas son malas, las buenas son abnegadas, y todas en general son objetos a poseerse. 

Lecciones de moral

Propia de estos tiempos de nuevo puritanismo, Como caído del Cielo es una película que se deja ver, pero cuyas convicciones la convierten en un machacón panfleto moralista que cae en la tremenda impostura de juzgar a un artista no por su obra sino por una serie de valores de una época que no le tocó vivir: la nuestra. 

“Habría que quedarse con lo mejor de él” dice uno de los personajes al final de la película. Así es, habría que hacer eso.