Argylle: con licencia para matar (de aburrición)

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En Argylle (USA, 2023), el super agente del mismo nombre es un espía competente, guapo (tiene la cara de Henry Cavill aunque el peinado de un cadete del H. Colegio Militar), bueno para los trancazos y que además es capaz de tomar de la cintura a Dúa Lipa, alzarla en el aire, poner la cabeza entre sus piernas y girar en un movimiento que le llaman apropiadamente el “helicóptero”.

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Este movimiento (que no sirve de nada, pero qué osado y bonito se ve) ya es suficiente como para que el agente Argylle se dé un quién vive con el mismísimo Bond (y es que poner la cara en medio de las piernas de Dua Lipa no es cosa menor). Pero la mala noticia es que mientras que Bond tiene licencia para matar, Argylle (el octavo largometraje del chambón y usualmente divertido Matthew Vaughn), tiene licencia para aburrir. Y cuidado, porque el hombre está más  que decidido a usarla.

El trailer de la película así como el inicio de la misma suenan prometedores. Luego de una emocionante pero no por ello menos típica secuencia de acción inicial, nos damos cuenta que Argylle es en realidad un personaje creado por Elly Conway (Bryce Dallas Howard, dándolo todo), escritora que ha amasado fama y fortuna gracias a una serie de libros sobre este enigmático agente secreto.

Luego del éxito del cuarto libro, Elly empieza a escribir el siguiente en la saga (así es el maldito capitalismo, al final todo se convierte en una máquina de hacer chorizos) pero luego de cierto bloqueo creativo decide ir de viaje a visitar a su madre para aclarar ideas. Elly tiene miedo a volar, por lo que emprende el viaje en tren, y es ahí donde en realidad todo comienza: un verdadero agente secreto (barbón, con panza, pero chistoso, o sea nada que ver con Henry Cavill) le dice que está en medio de una conspiración internacional para matarla, pero que no hay problema porque él la salvará.

Y es que resulta que las novelas de la señorita Conway son tan buenas que incluso han predecido eventos de la vida real, por lo que agentes de ambos bandos quieren secuestrarla para saber cómo acabará la trama y así adelantarse a sus enemigos.

La diversión acaba básicamente aquí, y es que el guión escrito por Jason Fuchs (La Era de Hielo 4, Mujer Maravilla) entiende al cine de espías como una larga profusión de giros de tuerca (uno cada vez más absurdo que el otro) y que además todos requieren una larga explicación por parte de los personajes. Desde Tenet (Nolan, 2020) no veíamos una película con tantas explicaciones por minuto.

No tengo ánimos de spoilerearles mucho, pero evidentemente nada es lo que parece. La trama da un montón de giros inverosímiles, las explicaciones están a la orden del día, el aburrimiento poco a poco se apodera de nosotros mientras volteamos a ver el reloj y con horror comprobamos que ya llevamos dos horas y esto no acabará sino hasta juntar 139 minutos en algo que pudo ser un tuit.

Es increíble la cantidad de recursos y talento que se desperdicia en esta película. Tener un cast de la talla de Dua Lipa, Catherine O’Hara (¡la mamá de Mi Pobre Angelito!), Bryan Cranston (¡el papá de Malcolm!), Bryce Dallas Howard (¡la hija de Ron Howard!), John Cena, Sam Rockwell, Samuel L. Jackson y un gatito que tampoco hace nada, y de hecho ni es nada porque en la mitad de las escenas claramente se trata de CGI (y qué bueno, no molesten a los gatos, menos si los van a usar para películas aburridas). 

Matthew Vaughn está claramente atrapado en un género al cual no tiene ya nada qué aportar. Esta es su cuarta película al hilo con el tema de espías, y cada una es peor que la anterior. Urge que alguien lleve de paseo a Vaughn, le muestre el mundo, le de a leer un buen libro, que entienda que no todo son cómics y espías, o de lo contrario el señor seguirá matándonos de aburrimiento.