Un Actor Malo: El camino de una justicia dolorosa

Un Actor Malo

En la vasta y diversa historia del cine, las escenas íntimas han sido un elemento recurrente, a menudo utilizadas para agregar drama, romance o simplemente para satisfacer la curiosidad del espectador. Sin embargo, detrás de la cortina del glamour y la fascinación, Jorge Cuchí (50 o dos ballenas se encuentran en la playa), director de «Un Actor Malo» apertura la incertidumbre de cuantas injusticias se han cometido en la industria cinematográfica.

Cuchí hace honores a su carrera como publicista. Para esta pieza no hubo necesidad de enganchar al espectador con un trailer engañoso, desde el comienzo arroja los reflectores sobre la angustiante realidad que enfrentan las mujeres al denunciar a sus agresores sexuales, representando un suplicio solo para levantar la denuncia, obviando la lucha interna y el cuestionamiento de familiares y amigos para tratar de saber que paso.

A medida que la trama progresa, nos enfrentamos al dilema moral de buscar justicia por mano propia o dejar que el peso de la ley haga lo que le toca, una ley que frecuentemente es lenta y profusamente tediosa.

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El cine en el ojo público

«Un Actor Malo» nos presenta a los actores Sandra Navarro (Fiona Palomo) y Daniel Zavala (Alfonso Dosal), quienes protagonizan una película bajo la dirección de un prestigioso cineasta. Lo que promete ser una cinta exitosa se convierte en una pesadilla cuando Sandra, en medio de una «escena de cama», acusa a Daniel de violarla.

Llegando al llamado de la escena en un hotel, el set está listo, Sandra ensaya sus líneas, mientras el staff prepara cada detalle de lo que se verá a cuadro. Todo parece ir conforme a lo escrito en el guion, hasta que en una pregunta de Daniel al oído de Sandra durante dicha escena la hace incomodar y detener el rodaje.

Tras checar la cara de absoluto desconcierto de Sandra, el director pide a repetir la escena, pero nuestra protagonista pide un momento a solas con sus compañeras de producción, mencionándoles que Daniel la violo, quedando todo grabado en cámara.

Minutos más tarde, el filme nos vislumbra un proceso de denuncia hiperrealista: un director que no sabe qué hacer en el peculiar escenario, una productora que al contrario, no parece perturbarse y corre a todo el crew argumentando un brote de Covid, los abogados, el ministerio público y, como pilón, las redes sociales.

Todo parte de una idea

El precepto ideológico lo origina una maquillista que pone sobre la mesa realizar la escena de sexo «de a de veras» para que la escena quede mejor, «como en Antocristo de Von Trier». Dicha plática, que parece casual, al parecer incepciona en el personaje que interpreta Dosal la posibilidad de tener algo más con su compañera de rodaje.

Alfonso Dosal otorga un toque de delirio a su personaje. Para los que siguen el trabajo de este actor, saben que sus papeles suelen ser divertidos y en la mayoría de las ocasiones empatizas con sus personajes. En este caso, en momentos lo odias a un grado de olvidar a Alfonso y solo percibir a Daniel. En mi opinión, una tarea muy difícil de ejecutar histriónicamente.

El poder de un post

Venganza y linchamiento son dos de los escenarios con los que Jorge Cuchí nos debate internamente. Al publicarse el video de la violación (no me pregunten cómo y quién lo sube a las refes) una marabunta de gente impulsada por la rabia, incendian, destrozan y terminan con todo lo relacionado al mal actor. A esto hay que añadir el sensacionalismo y la carrera de los medios de comunicación por sacar la noticia antes que nadie.

En este intervalo resuena la frase de Nietzsche: «La locura es rara en individuos, pero en masas es la regla«, reflejando así lo que la sociedad moderna puede llegar a hacer cuando se enfrenta a tal situación, el camino de una justicia dolorosa.

Las actuaciones impecables de Un Actor Malo

No hay ninguna duda, Fiona Palomo y Alfonso Dosal entregan el mejor papel de su carrera, Palomo encarna con valentía la fuerza y vulnerabilidad de una mujer que pelea por encontrar su voz en medio de la adversidad en una actuación magistral. Por su lado, Alfonso Dosal cautiva con su interpretación desesperada y pasivo agresiva. Ambos nos regalan una de las escenas de confesión que a mi parecer es el sello de la película, aclarando que el cine en México, si es cine.