Challengers: el ménage à trois que no sabíamos que necesitábamos

Challengers

Challengers marca el regreso de Luca Guadagnino a la pantalla grande y sin duda es uno de los estrenos más esperados del año. En esta ocasión le acompañan Zendaya, Mark Faist y Josh O’Connor, los cuales en la película se conocen siendo unos adolescentes jugadores de tennis, con un aparente futuro brillante y donde sus vidas se entrelazan formando un triángulo amoroso.

Es curiosa la versatilidad del director y como en los últimos 10 años ha pasado de un amor imposible en Italia (Call me by yor name, 2017) a mujeres danzantes endemoniadas (Suspiria, 2018), a caníbales en el mid-west americano (Bones and All, 2022) a finalmente aterrizar a Challengers al contexto del tenis con chicos ricos y privilegiados en los Estados Unidos. Pero tiene todo el sentido del mundo. Procedo a explicar.

En los filmes de Luca Guadagnino una constante es la mirada voyerista de los personajes, o incluso del espectador mismo. Junto con el director, somos cómplices de intimidades y confesiones, a la espera del momento donde se culminan las pasiones, deseos y emociones de los protagonistas. En este caso, el tenis se juega usualmente entre dos personas, es un duelo de concentración, sudor y mucha pasión. Los jugadores pasan de ser contendientes a una pareja, una sinergia que se vuelve íntima e incluso erótica.

Y bajo ese contexto, hace todo el sentido del mundo que en Challengers el director utilice al tennis como vehículo para contar esta historia. Tashi (Zendaya), Patrick (Josh O’Connor) y Art (Mike Faist) son tres jóvenes prodigios del tennis. Los tres se conocen durante la adolescencia y comienzan a descubrir el amor y su sexualidad. Es imposible no pensar en Y tu mamá también (Alfonso Cuarón, 2001) e incluso The Dreamers (Bernardo Bertolucci, 2003), películas las cuales incluso los actores mencionan como inspiración para sus personajes.

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No quisiera entrar mucho en la trama porque es uno de los encantos de la película ir resolviendo la enredada relación que tienen, pero es un gran acierto como el director no solo se queda en la anécdota o en el gancho de lo sexy, si no que nos lleva a ver las inseguridades de los personajes, sus aspiraciones y hasta los baja del pedestal de estas estrellas del deporte “perfectas” donde uno esperaría que si casi nunca cometen errores en la cancha, tampoco lo hacen en sus vidas privadas. Eso, por su puesto, está muy lejos de ser cierto. Al final de cuentas, estos tres chicos, son chicos… tremendamente competitivos, buscando su bien personal antes del común, esperando ganar el premio mayor en la cancha, y fuera de ella.

Y vaya premio que buscan: Tashi (Zendaya) es la mas inteligente de los tres, siempre un paso adelante, calculadora e incluso manipuladora. La actriz hace un excelente trabajo al dar vida a una estrella del deporte (muy a la onda hermanas Williams) al grado que uno pensaría que Zendaya ha jugado tenis toda su vida. Y bueno, Mark Faist y Josh O’Connor también lo hacen muy bien, pero sin duda alguna la pantalla es para Zendaya, y no es queja.

La parte técinca no se queda atrás, por un lado la fotografía de Sayombhu Mukdeepron es bastante propostiva (mi escena favorita es un momento en un juego donde tenemos el POV de la bola de tenis siendo golepada de una lado al otro de la cancha). La banda sonora y soundrack de la película son contesía del duo Trent Renzor y Atticus Ross, el cual quizás no funcione para todas las audiencias pero a mí me pareció totalmente rockstar. Y por ultimo, pero no menos importante, Jonathan Aderson, director creativo de la marca de lujo Loewe, fue el encargado del diseño de vestuario, quien se arma unos conjuntos increíbles para Tashi.

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Challegers tiene todo para ser el estreno del verano: excelentes actores, increíbles vestuarios y una historia divertida que todos los jugadores y no jugadores de tenis merecemos. Es el ménage à trois que no sabíamos que necesitábamos. Es relajado, sin pretensiones, pero lo suficientemente redonda para ir más allá de entretener, y por qué no, también hacernos sudar.