Una de las claves del éxito de Mario Bros. en el mundo de los videojuegos es la simpleza de su premisa. Mario es un plomero que recorre tuberías y mundos para rescatar a la Princesa Peach de las garras de Bowser, el malvado rey de los Koopas. En su camino por cada nivel Mario debe sortear y vencer enemigos menores como los Goombas (hongos andantes), los Koopa Troopas (tortugas), Plantas Piraña, entre otros. Para ayudarse en la misión, Mario puede hacerse de distintos power-ups u objetos que le otorgan poderes tales como súper champiñones, flores de fuego o la súper estrella. Todo esto, a menos que hayan vivido debajo de una piedra durante los últimos 40 años, ya lo saben. La pregunta es, ¿lo entendieron los responsables de Super Mario Bros.: La película?
Del videojuego al cine: un camino complicado
El tiempo nos ha demostrado lo complicado que resulta llevar las historias de videojuegos al cine. Las dificultades no son menores. Por un lado, al cine asistimos como espectadores y en los videojuegos nos convertimos en elementos activos de la historia. Por otro lado, los estudios parecen estar obligados a encontrar un punto medio en el que la película resulte lo suficientemente fiel para los fans del videojuego en cuestión, pero también atractiva para el público no relacionado con este. Silent Hill (2006), Prince of Persia (2010), Need for Speed (2014), Warcraft (2016), Assassin’s Creed (2006) y Uncharted (2022) son ejemplo de videojuegos bien recibidos que naufragan en el cine.
Esto nos trae en 2023 a Super Mario Bros.: La película. Esta franquicia ya tuvo un primer desastre cinematográfico en 1993 cuando se estrenó el live action Super Mario Bros. que es considerada una de las peores adaptaciones de las consolas a las pantallas de cine y que hizo que Nintendo y Shigeru Miyamoto se volvieran en extremo cuidadosos con las licencias relacionadas con el personaje más popular en la historia de los videojuegos. Tuvieron que pasar 30 años de la desafortunada experiencia para volver a ver a Mario y Luigi en el cine, ahora bajo la producción de los estudios Illumination, la distribución de Universal y la dirección de Aaron Horvath (Teen Titans Go! to the Movies de 2018) y Michael Jelenic.
Mario: una nueva aventura
Esta nueva adaptación nos ubica en Brooklyn y de entrada nos presenta a los hermanos Mario y Luigi como unos plomeros que recién inician su propio negocio aunque sin mucho éxito y con la desaprobación de su padre. Nuestro protagonista ve una oportunidad de crecimiento cuando en la ciudad hay un desastre con las tuberías pero en lugar de eso él y su hermano son absorbidos a una extraña dimensión. Mario llega al colorido Reino Champiñón y Luigi a las Tierras Oscuras gobernadas por Bowser, el villano que busca conquistar mundos y tomar como esposa a la Princesa Peach del Reino Champiñón.
Ahora Mario y la Princesa Peach unen fuerzas para rescatar a Luigi y para proteger al reino. Peach considera que para detener a Bowser necesita como aliados a los Kong, del Reino Jungla. A partir de ahí nuestros protagonistas emprenden una aventura que los llevará por distintos escenarios que hacen referencia a distintos títulos de Mario y en los que cruzarán caminos con una gran cantidad de personajes conocidos por los amantes de la franquicia.
¿Expectativas cumplidas?
Las expectativas con relación a Super Mario Bros.: La película se elevaron por los cielos desde primer anuncio. Estamos hablando del personaje que rescató a una industria en 1983 y de la referencia obligada cuando se habla de videojuegos. Al menos tres generaciones se han enfrascado en las aventuras de Mario, siendo en muchos casos su entrada al mundo de los videojuegos por su sencilla premisa y por ser apto para toda la familia.
La película se presenta como una historia de origen pero también se le nota deseosa de incorporar tantos elementos para complacer a los fans como le sea posible. Termina por no ser bueno para lo primero ni para lo segundo. Más allá de la aventura intermedia, el conflicto lo vemos asomarse sólo al inicio y al final de la película prácticamente como un pretexto para evitar un vacío de motivaciones en Mario y Luigi.
Si bien la premisa del juego es simple, en la película parece simplona. Poco tiene que ver que sea una película familiar o infantil, pues la propia Teen Titans Go! to the Movies, del mismo director, supo cómo manejar la nostalgia y el entretenimiento para un rango de edad amplio en una película dirigida principalmente a los niños. En Super Mario Bros.: La película se percibe una aversión al riesgo, marcada probablemente por la cautela de Miyamoto y el interés del estudio de seguir aprovechando a Mario y sus amigos en futuras entregas.
Queda esperar que luego de esta primera entrega y de la presentación de Mario y su mundo, las siguientes historias, que seguro vendrán, se atrevan a tomar mayores libertades en función de contar mejores historias que, al final de cuentas, es a lo que vamos a cine. Esperemos mayores retos en los niveles por venir.
