Felipe Cazals: el retorno inevitable al cine

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En mayo de 2010 tuve la oportunidad de entrevistar a Felipe Cazals por el estreno de su cinta Chicogrande. Acudí a la cita no sin algo de nerviosismo, no todos los días se entrevista a un director de tal importancia, y menos con esa fama de ser un tipo rudo en el set. Sorprendentemente me encontré a la persona más afable y amable del mundo.

Con su clásica gorra, y ese tono de voz de hombre viejo pero sabio, Cazals respondió a todas mis preguntas e incluso pidió que la plática se alargara. Rescato esta entrevista que originalmente se publicó en la ya fallecida revista CAMBIO. Como tenía un espacio limitado en la publicación, mucha de la charla se dejó fuera y desgraciadamente el audio original está perdido.

Empero, la personalidad del director incansable y combativo creo que queda bien plasmada en este texto. Así pues, aquí aquella entrevista con Felipe Cazals, ocurrida hace poco más de 11 años.

 

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Felipe Cazals es de los pocos directores mexicanos –probablemente el único- al cual todos se refieren como “Maestro”. Sobreviviente de cientos de batallas, Cazals se vuelve mito con al menos tres películas fundamentales de la cinematografía nacional: Canoa, El Apando y Las Poquianchis

Eterno director en la resistencia, con su nueva película Chicogrande (México, 2010), demuestra que es un cineasta con capacidad de renovación: su cine no es el mismo de sus años dorados, sabe cambiar y adaptarse, algo que deberían de imitar sus contemporáneos.

Felipe Cazals nos recibe al día después de ganar el Ariel de Oro. De saco y pantalón de vestir, con su inseparable gorra café, Cazals es de los pocos directores que aún hoy en día atemoriza a la prensa. Son legendarias las anécdotas que hablan de un director duro en el set e implacable con sus actores. 

Pero esto no es Durango, aquí no hay cámaras, y un muy afable Felipe accede a conversar con nosotros sobre Chicogrande.

 

¿Por qué un western?

Porque la historia original de Ricardo Garibay se desarrolla en el norte del país y esa región visualmente pertenece al western. La decisión en cuanto al género de la cinta fue una decisión riesgosa de mi parte, pero era la adecuada por los elementos propios de la historia, por ejemplo, el caballo como elemento omnipresente, no sólo como medio de transporte sino como medio de sobrevivencia. No solamente el género me propone una puesta rigurosa y distinta sino que se mete orgánicamente en la historia. No había otra manera.

 

Hacer un western no es cualquier cosa, implica muchas complicaciones. ¿Cómo se aborda este reto siendo que salía usted de una enfermedad que le tuvo mucho tiempo en el hospital? 

En efecto, tuve una operación de bypass al corazón y luego una intervención intestinal. ¡Me dejaron una cicatriz del cogote al pubis! Después de ello me fui al mar. Caminé por la orilla del mar hora y media en la mañana y hora y media en la tarde durante algunos días. Y es que para ser director de cine no se necesita tanto talento sino tener condición de atleta, y eso a mi edad es difícil de mantener, más aún después de los hospitales. Dos meses y medio después de la operación ya estaba yo filmando en la sierra de Durango.

 

¿Por qué?, ¿la cámara lo llama?, ¿no puede estar sin filmar?

Puedo filmar en mi cabeza dos y hasta tres películas diarias, pero es muy difícil vivir sin la mística de la filmación. Por eso mis ‘retiros definitivos’ están supeditados siempre por un inevitable retorno. 

 

Chicogrande es una película que habla sobre Villa aunque casi sin mostrar a Villa. ¿Por qué no mejor dejar omnipresente al personaje?

¡Porque tenía que salir! Tenía yo que mostrar a un Villa en declive, de tal manera que mi Villa es tangencial como personaje, aunque sea el centro de la película, y es un Villa en declive. Es 1916, después de ahí Villa se fue para abajo progresivamente. En esos momentos Villa ya no es un hombre que viva de la batalla sino de la reflexión. Además quería que fuera interpretado por un actor excelente que no se pareciera a Villa.

 

¿Por qué elegir a un actor que no se parece a Villa?

¡Porque Villa en el cine mexicano tiene mil caras!: Fernando Soler, Pedro Armendáriz, José Elías Moreno, Eraclio Zepeda, ¿Cuál es la cara de Villa? Entonces al final no importa la imagen de Villa, eso es justo lo que no tiene la película, ni ideologías, ni frases inmortales, tiene un solo propósito, preguntarle al espectador: Y usted, ¿por quién se la juega? Eso es mi película, sin mayor complicación, una historia sobre lealtad e identidad.

 

¿Por qué la decisión de usar actores mexicanos en los papeles de los personajes norteamericanos?

Venganza. Venganza absoluta y razonada. Estoy hasta la madre de los personajes mexicanos caricaturizados por el cine de Hollywood. Aquí no se caricaturiza a nadie pero si les demostré que actores mexicanos, con gran dominio de la lengua inglesa y un físico bien trabajado, son perfectamente anglosajones creíbles.

 

¿Qué le deja como cineasta esta cinta?

Yo soy terriblemente autocrítico con mi cine. A 8 meses de haber filmado Chicogrande hay cosas que yo cambiaría, que filmaría de otra manera. Por ejemplo Canoa no la veo porque hay cosas que cambiaría, incluso alguna vez me dijeron que ya no siguiera hablando de eso porque Canoa creció tanto que ya no la puedo tocar. ¡Cabrón ya no te metas!, me decían. Entonces mejor ya no me meto.