Bob Ross: árboles felices y traiciones no tan interesantes

Bob Ross

El mundo de la pintura puede ser intimidante, en especial cuando aquellos que la practican se envuelven en ese halo de erudición y superioridad que no hace más que alejar a quienes buscan aprender y disfrutarla. Por lo anterior, no es de extrañar que un personaje tan cálido y amigable como Bob Ross se convirtiera en un referente para muchos.

 

El placer de pintar

Por más de una década, las enseñanzas que Ross compartió con el público de su programa The Joy of Painting permitieron que cualquiera tuviera la confianza suficiente para tomar un lienzo y empezar a pintar.

Pero, como en toda historia, hay una cara menos luminosa, y es justo la que se retrata en el documental Bob Ross: happy accidents, betrayal and greed , recientemente estrenado en Netflix.

 

Los inicios

Dirigida por Joshua Rofé y producida por Melissa McCarthy y Ben Falcone, la película está dividida en dos partes. La primera, no sólo está enfocada en contarnos sobre el pasado de Bob Ross (desde su paso por la fuerza aérea y sus inicios en la pintura de la mano del pintor alemán William Alexander) sino también en confirmar que el carácter amable y generoso que transmitía en sus programas de televisión era real.

Rofé nos presenta a un hombre mucho más interesado en la enseñanza artística que en la creación de un negocio. Por ello, la segunda parte del documental no resulta para nada una sorpresa.

Casi como si se tratara de un cliché, el desinteresado artista y educador es víctima de personas que ven en él un potencial negocio, siendo en este caso el matrimonio de Annete y Walt Kowalski los villanos en turno.

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Y es justo aquí donde encontramos el punto más flojo del documental.

 

Los villanos de esta historia

Desde el inicio, Steve Ross –hijo del fallecido pintor- explica que muchas de las personas que formarían parte del documental habían cancelado su participación ante las posibles represalias de los Kowalski en su contra, por lo que nos quedamos únicamente con la versión de una de las partes en esta historia.

Se trata en todo caso de un conflicto por demás predecible. El documental deja muy en claro cómo es que los Kowalski hicieron de la marca Bob Ross su muy particular mina de oro vendiendo todo tipo de productos (¡¿una maceta con la cara de Bob Ross?!) con la imagen y el nombre del pintor.

Bob Ross es retratado como un personaje tan virtuoso que hasta sus errores (la supuesta infidelidad hacia su esposa) se vuelven irrelevantes. Vaya, pareciera que lo más escandaloso en la vida del pintor fuera que su famoso peinado afro en realidad era falso (algo que ya se sabía desde tiempo atrás).

 

Sumando adeptos

Es decir, lejos de estar querer retratar a un personaje complejo por sí mismo, el documental pareciera estar más interesado en ser una pieza que ayude a ganar adeptos a la causa de la familia Ross y así poner fin a la larga batalla legal en contra del matrimonio Kowalski.

No cabe duda de la relevancia que Bob Ross tiene para la cultura pop, mucho menos de su contribución a la televisión educativa (una de las más difíciles de lograr el éxito). Probablemente ahí era donde estaba una historia mucho más interesante por contar.

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Soy Sarai Rosas Bautista, licenciada en Comunicación y Periodismo por la UNAM. Amo el cine, así que paso la mayor parte del tiempo aprendiendo sobre él. Disfruto viajar y ser una nerd.