Cuatro Fantásticos: lo bueno, lo malo y lo feo (o cómo salir contento del cine sin saber si te gustó)

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¿Cómo te explico que Cuatro Fantásticos (USA, 2025) no es ni mala ni buena, sino todo lo contrario? Es como esa cita en la que no hay beso, pero tampoco rechazo. Que a ratos te emociona y a ratos te arrulla. Que no le llega a Superman de James Gunn ni en velocidad ni en vuelo, pero lo va dejando en ridículo en la taquilla con la misma facilidad como comediante cancelado borra tuits del 2012.

Ante tanto contraste, decidí irme por la vieja confiable: enlistar lo bueno y lo malo, cuatro de cada uno (porque en este caso el cuatro es canon, aunque sea solo por branding).

¿Por qué vale la pena ver Los Cuatro Fantásticos?

1. Estilo fresco como sábado sin cruda

Después del espanto cósmico de 2015 —ese bodrio dirigido por Josh Trank que hizo que las cintas anteriores de Jessica Alva parecieran Perros de Reserva— Cuatro Fantásticos: Primeros Pasos se sacude el polvo con una estética retro-futurista sesentera que brilla con colores pop, vibra a lo Jack Kirby y parece haber sido extraída de la psicodelia animada que veían los Boomers y la Generación X en sus teles de bulbos.

Todo está finamente vestido: vestuario impecable, producción con cariño, y héroes que no se lamentan por sus poderes como adolescentes deprimidos, sino que los cargan con la misma dignidad con la que Pedro Pascal carga criaturas vulnerables. Optimismo a prueba de apocalipsis, y eso siempre se agradece en este mundo que insiste en acabarse cada viernes.

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No es nuevo. Matt Shakman lo hizo antes con Wandavision no sólo una de las mejores series de Marvel, sino que integró en ella a una primera familia de superhéroes marvelitas que supera en poder a los 4 fantásticos y tiene una estética tremendamente parecida a la de la película. Gran ensayo, buen resultado.

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2. Estructura que juega a ser documental sin hacerse la seria

Olvídate de tragarte una hora de origen, como en la infame de 2015. Aquí los Cuatro Fantásticos ya llevan cuatro años mutando y nos presentan el panorama con un falso documental que se siente más cómic que CNN, salpicado de flashazos de villanos clásicos como para decir “mira, leímos los cómics aunque sea por Wikipedia”. Buena forma de meter cameos sin estorbar con subtramas.

3. El cuarteto funciona (y sí, Pascal lo vuelve a hacer)

Pedro Pascal es Reed Richards y otra vez es el tipo que te cae bien solo por existir. Tiene química con Vanessa Kirby, con Johnny, con Ben, con la cámara, con el catering… Kirby, por su parte, es una Sue Storm de armas tomar y de emociones bien puestas. Merecía un Oscar por Fragmentos de una mujer, pero aquí lo que carga es la película entera. Y el bebé. Y el robot. ¿Ya dije que hay un robot? Sí. Hay el robot. Marvel, gracias por escucharnos.

4. Villanos con sabor y textura

Galactus es Galactus, Ralph Ineson le pone voz de apocalipsis con resaca, Julia Garner se transforma en una Silver Surfer femenina y misteriosa, y Paul Walter Hauser como Hombre Topo se roba las escenas con la agilidad de quien ya no tiene nada que probar. Incluso Malkovich se trepó al set como Fantasma Rojo… aunque sus escenas las dejaron fuera. Qué desperdicio. Pero igual se agradece la malicia.

Todo esto combinado, más la fidelidad inquebrantable de la base marvelita, contra la fidelidad absurda de cierta parte mononeuronal de la base DC al proyecto trunco de Snyder, resulta en que Primeros Pasos se va embolsando los boletos vendidos como si fueran caramelos. Pum. Directo a la caja registradora.

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¿Y por qué Fantastic Four: First Steps no es tan fantástica?

1. La sobreexplicación o el síndrome del profesor con insomnio

Mientras Superman lanza preguntas abiertas al aire como periodista con dudas existenciales, Cuatro Fantásticos Primeros Pasos nos toma por tontos y se empeña en explicar con diálogos densos lo que ya vimos o, peor, lo que no importa. Hay escenas que sólo sirven para cabecear o hacer pipí. Vamos, Méliès no explicó su viaje a la luna en 1902: solo te lo echó en la cara con fuegos artificiales y punto. No expliques lo imposible. Muéstralo, vuélvelo locura visual, y deja que Neil deGrasse Tyson haga luego su video.

2. Deus ex machina con esteroides

Una cosa es que no necesitemos explicación y otra que todo se resuelva con la varita mágica del guionista en modo pánico. Salidas de agujeros negros, redenciones colectivas, escapes interdimensionales que parecen haber salido de un tutorial de Volver al Futuro. A ratos parece que la solución a todo es: “porque sí”. Y eso… cansa.

3. El acto final: de la euforia al bostezo

Arranca como cohete y aterriza como globo desinflado. La batalla final es tan genérica como cualquier otra película de la franquicia. Se diluye lo que había construido con buen ritmo y se vuelve una coreografía de clichés, como si el editor se hubiera quedado sin café y sin ganas.

4. Promete mucho más de lo que entrega (pero igual caes redondito)

Y aun así, te emociona. Te deja con ganas de más. Porque, aunque el cierre patina, te intriga cómo encajará este cuarteto en el desparramado y medio perdido MCU. Ya nos lo avisaron en las postcréditos de Thunderbolts (2025), cuando vimos su nave interdimensional, y ya nos soltaron el postcreditos en ésta con el próximo villano: nada más y nada menos que Robert “Dr. Doom” Downey Jr.

Conclusión:

Superman puso la vara en Saturno, y Fantastic Four: First Steps no la alcanzó… Pero si lo que importan son los números, los boletos, entonces éste reboot se anotó una victoria sin capa. Porque aunque no es la película del año, sí es la que más personas están yendo a ver.

Y eso, ya es un superpoder.