Thunderbolts: entre la depresión y el aburrimiento

Hay al menos dos villanos en Thunderbolts (USA, 2025), la entrega número chingomil del interminable y cada vez más fallido MCU. 

El primero es la depresión. Al inicio de la cinta vemos a Yelena (hermana de la ya finada Black Widow, a.k.a, Scarlett Johanson) en la azotea de un enorme rascacielos, de los tantos que pululan en Nueva York. En voz en off se lamenta por su vida, siempre en misiones peligrosas pero sin el reconocimiento del bonito público.

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Tanto es su pesar que sorpresivamente, Yelena (Florence Pugh) se lanza desde lo alto del enorme edificio para, después de sacarnos tremendo susto, abrir un paracaídas. Así de aburrida está Yelena, y la verdad es que así de aburridos estamos todos, porque el MCU (cualquiera que sea esta “fase” como pomposamente le llaman al grupo de películas que sacan cada N tiempo) definitivamente está de capa caída: esta fase no trató de nada, cancelaron a Kang (Jonathan Majors), casi nos cancelan también a Namor (Tenoch Huerta), y pues ya no queda nadie interesante por mostrar: no tengo idea donde anda Thor, Hulk ya no es un monstruo sino un científico mamadisimo, y ni el Cap América ni Iron Man están vivos.

Total que, ante el hartazgo, Yelena va y le pide a su jefa (yo ni sabía que ella era su jefa, pero bueno), interpretada por Julia Louis-Dreyfus, que ya le de chamba pero como superheroína de a deveras, así con traje bonito, nombre rimbombante, pero sobre todo, que salve gente y la gente se lo agradezca, la quiera y le aplauda. ¿Y tu nieve?

La jefa le dice que sí que como no pero que antes vaya a cumplir una última misión a un lugar bien alejado. Para no hacer el cuento largo, Yelena se encuentra en el lugar con otros cuatro “héroes” segundones como ella, y todos tienen la misma misión: matar a los otros.

Luego de aclarar el asunto y darse cuenta de que su jefaza les jugó chueco, previsiblemente se unen y forman este grupo de antihéroes que informalmente se llaman Los Thunderbolts pero que es un nombre provisional mientras se encuentran uno menos chafa.

Los Thunderbolts no sin sino la versión Marvel de The Suicide Squad (Gunn, 2021) de DC, otro grupo de héroes segundones, mercenarios y hasta villanos, que también le reportan a una mujer, y que como sus compadres en Marvel, son igual de desechables.

La diferencia es que -al menos en la versión de 2021, dirigida por James Gunn- los Suicide Squad de DC son muchos más ácidos y mucho menos solemnes. No podría ser de otra forma si el guión y la dirección recaen en el ex-marvelita Gunn, quien -reconozcámoslo- no será el gran director pero al menos es un artesano competente que nunca de los nunca escatimará el buen humor en sus cintas.

Los primeros 60 minutos de Thunderbolts son sin duda los mejores. Los bien escritos diálogos (guión a cargo de Eric Pearson y Joanna Calo) juegan al pan comedy entre la seriedad de Yelena, la petulancia del Capitán América chafa (Wyatt Russell), las gracejadas del siempre bienvenido David Harbour y el ya innegable tamiz heróico de Sebastian Stan (quien luego de hacer su película sobre Trump -por la que debieron darle un Oscar- regresa al MCU para hincharse de dinero, bravo).

Pero como dije al inicio del texto, en esta película hay dos villanos (uno de ellos ya recurrente en el MCU), y ese villano se llama ABURRIMIENTO. Para cuando un nuevo personaje todopoderoso y volador (Marvel y su muy conocida obsesión por tener su propio Superman) entra en escena, la cosa se pone por demás solemne, sobre todo cuando el personaje de marras (que no diré quién es para que no me acusen de hacer spoilers) se transforma en una sombra que todo lo convierte en polvo (¿otra vez?), la cinta se descarrila absolutamente en su intento por vendernos que este tipo (con todo y una enorme letra S en su traje) no es malo sino tan solo otra (oootra) víctima de la depresión, y que para derrotarlo tenemos que chutarnos sus traumas de infancia. Paso.

La vara del “cine” de Marvel está tan baja que la crítica y los fans dicen que Thunderbolts es la mejor película de Marvel en mucho tiempo, que marca el regreso del MCU, etc. Y pues si, técnicamente es la mejor porque cuando te comparas con la basura previa (remember Ant-Man 3?), cualquier intento de hacer algo distinto parece original y refrescante (aunque no sea sino una pausa más en el camino rumbo a la película que realmente queremos ver).

Thunderbolts-A24

La delirante necesidad de validación de Marvel llega con Thunderbolts a niveles de paroxismo, y es que, ya en la desesperación total, la gran M nos vende esta película como si fuera una cinta de los estudios A24, resaltando la participación de gente involucrada en títulos como Midsommar (Florence Pugh), A Different Man (Sebastian Stan), con los escritores de Beef (Joanna Calo), el fotógrafo de The Green Knight (Andrew Droz Palermo), el editor de Minari (Harry Yoon), y un largo etc.

Marvel cree que hacer cine y hacer un pastel es lo mismo: traer a la mesa grandes talentos, mezclar y ¡voilá! El buen cine no es algo que pase por ósmosis, mucho menos cuando, a todo este talento, lo mantienes encerrado en esa jaula llamada MCU donde toda vertiente autoral se ve castrada frente al dominio del único personaje cuya decisión cuenta: el productor Kevin Feige.

Allá los fans y su hambre por aplaudirle a las migajas que le avienta su amada Marvel. Porque Thunderbolts no es ni por asomo una buena película. Reconozco que la película tiene algunos momentos bien logrados (la escena en la limo, aquel momento de crisis en Manhattan), pero no precisamente memorables. Esta película se nos olvidará en tres meses.

Y es una lástima porque Florence Pugh, Sebastian Stan, David Harbour y hasta Wyatt Russell hacen hasta lo imposible por levantar esta mediocre cinta que no es sino un artefacto para hacer tiempo en lo que llegan los verdaderos héroes: Los Cuatro Fantásticos.

Esperemos que esa sí esté buena, o al menos divertida.