Jojo Rabbit, crítica a la ganadora del Festival de Toronto

First still from the set of WW2 satire, JOJO RABIT. (From L-R): Jojo (Roman Griffin Davis) has dinner with his imaginary friend Adolf (Writer/Director Taika Waititi), and his mother, Rosie (Scarlet Johansson). Photo by Kimberley French. © 2018 Twentieth Century Fox Film Corporation All Rights Reserved

Hay una frase de Charlie Kaufman, en el guion de Eterno resplandor… que ejemplifica el sentimiento de Jojo Rabbit: “A veces, la gente no se da cuenta lo solitario que es ser un niño”.

Y probablemente no exista una mayor soledad que la de un niño en tiempos de guerra. Johanssen (o Jojo, como todos lo conocen) ha convertido su imaginación en el principal refugio frente a un régimen lleno de prejuicios. Jojo tiene un solo un deseo: convertirse en el mejor amigo de Hitler.

 

La soledad en tiempos de guerra

Para cumplir su sueño, el primer paso de Jojo es entablar una amistad imaginaria con el Fuhrer. Hitler (interpretado por el director y guionista, Taika Waitti, en el mejor homenaje a Chaplin en Tiempos modernos) aparece frente a él sólo en circunstancias aglomeradas de stress: cuando Jojo necesita valor para asumir una tarea; cuando está confundido;o o cuando, en realidad, necesita hablar con alguien.

Su padre fue un desertor en el campo de batalla. Por otro lado, su madre (una brillante y maternal Scarlett Johansson), tiene su propia agenda bélica y aunque su relación es cercana, Hitler funge como un papá putativo. 

La segunda misión será asistir a un campamento de verano para potenciales soldados Nazis. Ahí, Jojo se da cuenta de sus limitantes físicas como éticas. Después de recibir consejos motivacionales de su Hitler imaginario, sufre un accidente mientras lanza una granada. Otro golpe de realidad para un chico que comienza a ver cómo su deseo de ser la mano derecha del dictador, comienza a debilitarse.

 

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Scarlett Johansson

Wes Anderson, Goebbels y un secreto

Taika Waititi nos muestra durante la primera mitad de su filme, una clara influencia visual y estética de Wes Anderson -imaginen Moonrise Kingdom, pero supervisado por Goebbels-. La intención de Jojo Rabbit no es humanizar al régimen Nazi, simplemente contextualizar un mundo lleno de odio, donde un niño no decide en qué creer, sino es una imposición de valores que permean a una sociedad entera. Después, la cinta nos enfrenta al verdadero cisma en la vida de Jojo: descubre que su madre esconde a una chica judía, Elsa, en las paredes de su casa.

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Jojo, sesgado por mitos trata de comprender la maldad que circunda a sus enemigos («los judíos nacen de huevos», «tienen cuernos y alas») conversando hostilmente con Elsa. Poco a poco, ambos personajes, solitarios, vencidos y con el único anhelo de sobrevivir, establecen una sentido de complicidad.

Es aquí cuando Jojo Rabbit, más allá de una sátira, se transforma en una fábula necesaria para nuestro contexto sociopolítico: en una época de odio, sólo el raciocinio y la bondad pueden lograr cambiar al mundo.

 

Ganadora del Festival de Toronro

Madurar contra el odio

Quizá el mayor pecado del filme es que esta analogía se presenta de una forma obvia y telegrafiada; sin embargo funciona a un nivel narrativo gracias al  crecimiento que experimenta nuestro protagonista: Jojo, bajo la inocencia de un niño que madura y cuestiona su realidad, pone en tela de juicio los estatutos raciales, políticos e ideológicos que regían en su vida.

Su proceso de redención es un vía crucis de dolor cuando se percata que aquel universo idealizado conlleva acciones que lastiman a personas, quienes como él, solo buscan la forma de vivir en paz.

La crítica de Estados Unidos ha colocado al filme en la mira de comentarios antisemitas y de idealizar al partido Nazi debido a la forma caricaturesca en la cual se presentan los personajes.

Que quede claro, Jojo Rabbit no es sobre Hitler, no es sobre la humanización de Hitler, no es una comedia sobre Hitler.

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Jojo Rabbit de Taika Waititi

 

Qué mejor forma de criticar a un régimen autoritatorio que mostrando su ineptitud y su legado desquebrajado cuando, hasta un niño, se da cuenta de las mentiras que propagaban.

Waiti, quien una vez más demuestra su capacidad para retratar la infancia como una etapa de magia y transición humana (su Hunt for the Wilderpeople, es otro coming of age memorable); presenta en Jojo Rabbit una de las grandes comedias del año, una sátira antiguerra inteligente, arriesgada y con cierto toque de magia: la empatía y el conocimiento, como herramientas para sobrevivir.

Jojo Rabbit

 

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